SISTEMA INMUNITARIO Y NUTRICIÓN.
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Existe una estrecha relación entre la nutrición y el sistema inmunitario.Se ha demostrado que determinadas vitaminas, minerales y extractos de plantas influyen en la reacción inmune del organismo y la actividad celular.
El Sistema inmunitario es el conjunto de elementos y mecanismos de defensa del organismo frente a agentes externos nocivos, como microorganismos patógenos o tóxicos. Tiene la capacidad de adaptar la intensidad de su respuesta dependiendo del tipo de amenaza a la que esté sometido. En el sistema inmunitario existen diferentes protagonistas, con acciones diferenciadas y complementarias para realizar un trabajo coordinado y eficaz (tabla 1).
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Inmunidad Innata: es la primera línea de defensa contra la infección. Involucra barreras físicas, como la piel y mucosas, y químicas. En las primeras horas de exposición a un patógeno, el sistema inmunológico innato activa la respuesta inflamatoria, permitiendo que fluya más sangre al área afectada. Envía glóbulos blancos para comenzar el proceso de destrucción de las bacterias y también activa el sistema inmunológico adaptativo. Proporciona una respuesta rápida y general.
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Inmunidad Adquirida o Adaptatativa: formada por linfocitos tipo B y tipo T, es la encargada de proporcionar una acción inmune más especializada y específica, así como de regular el final de la respuesta inmune. Es más lenta, pero genera memoria inmunitaria en el organismo mediante la síntesis de anticuerpos.
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Para el buen funcionamiento del sistema inmunitario es fundamental un descanso adecuado, practicar ejercicio de manera regular y mantener una dieta variada, saludable y equilibrada. En ciertas situaciones, como la época invernal, períodos de estrés prolongados o falta de descanso en las que la actividad del sistema inmunitario es más alta y necesita reforzarse, la ingesta adecuada y suficiente de determinados nutrientes es fundamental para conservar el funcionamiento normal de las defensas.
Las combinaciones de algunos ingredientes ampliamente estudiados por su participación en el mantenimiento del sistema inmunitario aportan una oportunidad sinérgica en su acción, debido a que cada uno ellos desempeñan un rol distinto con una implicación diferente en la funcionalidad del sistema inmunitario:
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Vitamina C: con un rol principal en la protección celular frente a los radicales libres
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Vitamina D: nutriente clave para la actividad normal de las defensas del organismo.
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Zinc y Cobre: minerales que contribuyen a mantener el sistema inmunitario con una funcionalidad normal.
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Fitonutrientes como el Andrographis (planta medicinal usada tradicionalmente en los países asiáticos), permiten apoyar las defensas, especialmente a nivel del tracto respiratorio superior. Otros fitonutrientes como el Astrágalo, Saúco, Espirulina, Ajo, Madreselva y Escaramujo poseen interesantes implicaciones en la funcionalidad del sistema inmunitario.
La clave: hábitos de vida saludables
Dicho esto, lo que sí que podemos hacer para relacionar la alimentación con el sistema inmunitario (y lo deberíamos hacer siempre, no solo ahora que nos vemos amenazados por el coronavirus) es lo que aclara la doctora Laura I. Arranz, profesora en el Departamento de Nutrición, Ciencias de la Alimentación y Gastronomía de la Universidad de Barcelona. Lo que realmente puede ayudar a prevenir esas enfermedades es seguir hábitos de vida saludables. Entre esos hábitos se incluye seguir una alimentación equilibrada con alta presencia de vegetales, frutas, legumbres, cereales integrales y proteínas de alto valor biológico. «Tanto la vitamina C, como el resto de las vitaminas, minerales como el zinc, antioxidantes como los polifenoles o los betacarotenos, grasas como los Omega-3 y la fibra (sobre todo de tipo soluble) son elementos básicos en un cóctel de salud», asegura. Pero eso no es suficiente pues también hay que reducir o eliminar el exceso de azúcares, grasas saturadas y alimentos ultraprocesados.
La experta alerta del hecho de que son muchas las personas que ahora están dejando de cuidar su cesta de la compra y eso puede invitar a comer a diario de forma poco saludable. «El aburrimiento o la ansiedad que conlleva el aislamiento ( estado de alarma) hacen que algunas personas piquen a todas horas dulces, patatas fritas y otras opciones que pueden hacer que nuestra microbiota se resienta y con ella el sistema inmunitario», comenta. En los últimos días hemos sido testigos del aluvión de compras en los supermercados, pero la Dra. Arranz afirma que las estanterías vacías suelen ser, curiosamente, la de los alimentos ultraprocesados y no las de las verduras y las frutas. Dejar a un lado los alimentos poco saludables es ahora más importante que nunca pues, tal como afirma la experta, lo que necesitamos es bajar el total de la ingesta energética diaria y no lo contrario.
Pero además, esa alimentación equilibrada debe ir acompañada de otros hábitos saludables como hidratación suficiente, descanso ( horas de sueño adecuadas), control del estrés, peso saludable, actividad deportiva regular y eliminación del alcohol, el tabaco y las drogas. La Dra. Arranz afirma que en el contexto actual es relevante mantener las rutinas y los horarios, tanto de sueño como de comida. «Nuestro cuerpo funciona con relojes internos y necesita estabilidad para funcionar bien. Con la situación actual corremos el riesgo de quedarnos hasta altas horas de la noche viendo la televisión o una serie y producir así desajustes en el cuerpo. Debemos dormir las horas necesarias y también debemos evitar el picoteo entre horas, tanto para proteger el metabolismo como para regular el peso corporal», aclara.
Otro de sus consejos es valorar si, ante una menor actividad física diaria es adecuado reducir las ingestas diarias. Así, propone hacer tres o cuatro comidas al día, en lugar de las cinco que habitualmente se aconsejan. «Esto dependerá, no obstante, de los horarios y las rutinas que lleve cada persona, pero las pautas que funcionan bien siguen siendo comer entre la una y las dos del mediodía y cenar igualmente pronto, antes de las ocho y media», añade.
Nutrientes que ayudan
Según recoge una revisión reciente sobre «Nutrientes e inmunidad» de la Unidad de Soporte Nutricional del Hospital Universitario Vall d'Hebrón en Barcelona, la nutrición es un componente determinante en el desarrollo y mantenimiento de la respuesta inmune.
El informe señala, por un lado, que las vitaminas hidrosolubles (vitamina B, ácido fólico, B12 y vitamina C) como las vitaminas liposolubles (A, D y E) desempeñan un papel importante para el sistema inmunitario. Las primeras regulan la respuesta inmunitaria del organismo frente a posibles ataques externos, mientras que las liposolubles, también tienen un papel importante pues ayudan a la correcta diferenciación de tejido epitelial o estimulan la producción de células indispensables para el correcto funcionamiento del sistema inmune (leucocitos, anticuerpos... ect).
En cuanto a los minerales, el estudio «Nutrientes e inmunidad» recoge que los «elementos traza» como el hierro, el cobre, el selenio y el zinc tienen un impacto directo en la proliferación de diferentes tipos de anticuerpos y, conjuntamente con las vitaminas liposolubles e hidrosolubles potencian un adecuado desarrollo y mantenimiento del sistema inmune.
Los ácidos grasos Omega-3 también son importantes, tanto para fortalecer el sistema inmunitario, como para cuidar la salud cardiovascular, visual y cerebral. «Para cuidar las defensas debemos aumentar, por un lado, la ingesta de frutos secos (especialmente nueces y almendras) para conseguir un aporte diario de 2 gramos de ácido alfa-linolénico y, por otro, la ingesta de pescado azul, de modo que podamos conseguir 200 miligramos de ácido docosahexaenoico (ácido graso poliinsaturado omega-3)», precisa la Dra. Laura I. Arranz. La experta incide además en el hecho de que ahora que quizá nos resulte más difícil consumir a diario pescado fresco, podemos primar el consumo de frutos secos y semillas, que podemos añadir, por ejemplo, al yogur o a las ensaladas.
La fibra es otro de los componentes que ayuda al bienestar de las bacterias beneficiosas que residen en el intestino y que juega un papel importante en el sistema inmunitario. «La fibra dietética que es útil para ello proviene de alimentos de origen vegetal como las verduras, las frutas, los cereales integrales, las legumbres, los frutos secos y las semillas», afirma la Dra. Arranz.
Los probióticos son igualmente buenos aliados del sistema inmunitaro pues tanto los yogures, por ejemplo, como el kéfir, son alimentos fermentados que aportan bacterias buenas a la microbiota. Pero también podemos tener en la despensa, según apunta la Dra. Arranz, otros fermentados en conserva que son igualmente probióticos, como es el caso del chucrut.
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